sábado, julio 16, 2005
Tan solo hay que admirar
Cuando no tienes esperanzas de alcanzar algo, dejas de sufrir por ello. Cuando no piensas ni te atormentas cada minuto con el deseo de tenerlo en tu poder, de poder acariciarlo con tus manos, de poder saborear el fruto de tanto tiempo de esfuerzo, cuando simplemente asumes que aquello que deseas con toda tu alma y corazón jamás podrá ser tuyo, la tristeza se corta, la angustia se pasa, el tormento se disipa y la sonrisa puede retornar a tu rostro. Después de todo, ¿para qué llorar por metas imposibles, por cosas que no se han hecho para poder poseerlas?
Molly se encontraba sentada aquella noche en su cama, con las luces apagadas y, rodeada de la eterna oscuridad. Pero ya no sentía miedo. No le quedaba espacio en su alma para albergar un solo sentimiento más. La pequeña recostó la espalda contra la pared y se abrazó las piernas, apoyando su barbilla sobre las rodillas. No tenía ninguna intención de dormir, o siquiera de intentarlo. ¿Para qué? ¿de qué serviría? Ya no encontraría consuelo allí en donde la fantasía la cobijaba de la cruel realidad. Ya jamás podría correr por entre las casitas de madera del poblado, ni jugar con los diminutos ponis rosas y azules, ni ser la heroína de la pequeña granja ni volar jamás con la alas prestadas del águila Nakamery.
Molly miro distraía a la pared, pensando sin pensar nada, intentando ver algún rayito de luz entre la negrura. Ya ni siquiera existía La Guarida. La Espiral se había llevado también a los Entes, al Bosque, al Cuarto del Vampiro… incluso a su Biblioteca. La Biblioteca había dejado de existir. Aquella biblioteca de olores viejos, de papeles amarillentos, con sus atentos bibliotecarios. Todos habían desaparecido. Absolutamente todos. Y al desaparecer la Espiral, algo en su interior también desapareció. Y Molly lo sabía… notaba la ausencia, notaba aquel huequecito que se había formado hacía bien poco en su interior. Intentó recordar que era, saber que era aquello que se había ido para siempre… pero al poco rato desistió. No quería recuperarlo. Se había ido, y allá donde estuviese, allá se quedaría.
Cuando no piensas ni te atormentas en conseguir aquello que has perdido, se deja de sufrir, de llorar.
A Molly no le gustaba llorar. No era algo bonito… se te hinchaba la cara, se te mojaban las mejillas y te volvías toda colorada. No era bueno llorar. Eso es lo que había aprendido. No se debe llorar…
Molly estiró las piernas con un suspiro. Hacía tanto tiempo que no pasaba una noche en vela… La Espiral siempre estaba allí para hacerle compañía. Tal vez le diera pesadillas horribles de vez en cuando, tal vez la condujese a aquella horrible Biblioteca y tal vez la asustase con sus entes en la Guarida, pero lo que nunca, nunca había hecho, jamás en toda su vida, había sido abandonarla.
La pequeña sintió entonces el zarpazo del cruel aburrimiento. Sintió la tristeza de verse sola en un mundo tan real, tan obvio y tan frío, en un mundo en donde no pasaba nunca nada… en un simple cuarto de una niña que no podía dormir.
En donde antes había un portal encantado, ahora tan solo se encontraba un polvoriento armario. El Torreón de la Princesa había sido demolido por una vulgar estantería llena de libros complicados, y el pequeño palacio de madera ahora tan solo era una mesa vieja de trabajo…
Molly notó como las lágrimas comenzaban a agolparse en sus ojitos castaños, pero rápidamente se llevó el dorso de la mano a la cara y se enjugó. Así era el mundo. El mundo no precisa de princesitas de cuentos ni de caballitos con alas de colores. El mundo no quiere a la gente que ve en una servilleta de tela una pequeña alfombra mágica para liliputienses, o amigos imaginarios que jamás podrán salir de marcha con ellos por las noches. Molly sabía que aquello era lo correcto… Molly sabía que había sido lo mejor. Debía empezar a vivir en el mundo, dejar atrás la Espiral, mirar a la realidad de cara y zambullirse en ella. Pero que tuviera que hacerlo no significaba que le resultase fácil encontrarse tan… sola. Y si sabía que hacía lo correcto, ¿por qué tenía entonces la sensación de haber hecho algo terrible?
“No me preguntes cosas que ya sabes, niña”
Molly se sobresaltó. El nombre le vino a la cabeza al tiempo que un diminuto rayito de luz se coló travieso en su oscura habitación. La pequeña buscó el foco de esta luz. La ventana…
-Yume…
El recuerdo de su príncipe hizo que una pequeña punzada le asaltase el corazón, y de entre el barullo de sentimientos buscó uno en particular. El sentimiento que siempre había sido el preferido de Yume… la curiosidad.
-A mi me han dicho siempre que la curiosidad mató al gato…
-¿Sí? Pues que gato más tonto tenías…
Molly sonrió levemente al recordar la conversación junto a los juncos, sacó la curiosidad de entre el barullo de sus sentimientos, se levantó y se acercó a su ventana.
Estaba cerrada a cal y canto, con sus dos fuertes contraventanas de madera pintadas de negro por la noche. Sin embargo, el rayito de luz se seguía jugueteando con las motitas de polvo entre la negrura, entre los portones.
Molly alargó la mano y, muy despacito, para no hacer ruido, abrió las contraventanas.
La luz de la luna invadió entonces su cuarto, arrastrando toda oscuridad, tiñendo de un azul suave la mesa vieja, el armario y la estantería. Molly observó la luz entrar en la habitación, parada al lado de la ventana. Por un segundo, había visto un destello en lo que antes eran los ventanucos del torreón…
No sabía muy bien porqué, pero la visión de su cuarto bañado por aquella luz azulada la paralizó. Todo parecía tan distinto… tan mágico. La lámpara ahora brillaba con una luz prestada, al igual que ella volaba con las alas prestadas del águila Nakamery, las sombras que formaban los libros de la estantería le recordaron a los ponis saltando entre las murallas, y la fina capa de polvo que cubría el armario comenzó a brillar con los destellos de la luna, al igual que brillaban las luciérnagas junto a los juncos del Poblado.
Molly sonrió ampliamente. Quizás la realidad, después de todo, no sea más que un disfraz en donde la gente desea esconderse. Tal vez el mundo no sea tan pesado y tosco como se veía sentada desde la oscuridad del cuarto…
"Todo depende de la luz con la que se ilumine".
Las últimas palabras de Yume la asaltaron como quien se ve sorprendido por la mañana de Navidad.
Molly miró contempló la luna… se veía muy hermosa, allí arriba, rodeaba de las piedras que componían las chimeneas y terrazas de la urbanización. Intentaban alcanzarla, todas ellas, pero ninguna podía ser tan alta como ella. Ninguna la podría alcanzar jamás.
De pronto, Molly se puso seria, y observó al enorme astro con solemnidad.
-No quieres que te atrapen, ¿verdad? -susurró mirando directamente a la luna- tienes miedo de que te alcancen y apaguen tu luz, de que esas chimeneas te lancen su humo y te cubran de hollín. – una lagrimita rebelde empezó a resbalarle por la mejilla, pero Molly no se molestó en secarla: dejó que correteara libremente por su mejilla y refrescara sus sonrosados carrillos.
Molly alargó entonces una mano y la extendió sobre la redondeada figura de la luna. Su manita parecía cubrir el astro entero, más, cuando la cerró, tal y como se esperaba, tan solo pudo agarrar uno de sus pequeños rayitos de luz, al que pronto liberó al abrir su mano.
-Las personas quieren alcanzarte con sus chimeneas y sus altas casas porque creen que estas cerca, pero en realidad no lo estás. Quieren poseerte para ellas solas, encerrarte en una jaulita y colgarte como un bonito centro de mesa para alegrar sus salones. Las personas no ven que eres inalcanzable, porque eres libre. No ven que aunque por fin lleguen a ti en sus grandes naves espaciales, postrados desde tu tierra gris nunca podrán ver tu luz… - Molly susurraba para sus adentros, sin apartar la mirada de aquel astro que le prestaba su luz para llenar un poco su cuarto vacío. Y, a medida que hablaba, más lágrimas cruzaron su rostro y, cada una de ellas, sacó de su interior un sentimiento del nudo que se había formado en su corazón.
Molly se apoyó entonces sobre el alféizar, contenta. Cerró los ojos durante un segundo, para que la imagen de Yume volviera a su pensamiento, con su sonrisa pícara y sus ojos dorados.
- “Cuando no tienes esperanzas de alcanzar algo, dejas de sufrir por ello. Cuando no piensas ni te atormentas cada minuto con el deseo de tenerlo en tu poder, de poder acariciarlo con tus manos, de poder saborear el fruto de tanto tiempo de esfuerzo, cuando simplemente asumes que aquello que deseas con toda tu alma y corazón jamás podrá ser tuyo, la tristeza se corta, la angustia se pasa, el tormento se disipa y la sonrisa puede retornar a tu rostro.” Un buen amigo me dijo esto un día – le explicó a la luna- y no lo entendí… Pero ahora creo que sí lo entiendo… ahora se lo que quiso decirme.
La Luna no le respondió, si no que quedó expectante, a la espera de la resolución del acertijo.
-¿Quieres saber lo que creo que me quiso decir? – preguntó contenta, ya con la cara seca y los ojos brillantes tras el dulce lavado de las lágrimas- pues que al parecer la gente no entiende que para disfrutar de la cosas bonitas no hace falta poseerlas. – Molly apoyó la cabeza entre sus manos. - Basta con admirarlas…
La niña quedó un rato en silencio, contemplando a la Luna sin decir nada. De pronto, se llevó las manos a la boca, cerró los ojitos en expresión pícara y rió en un cuchicheo.
- ¡Pero que tontos que son!, ¿no?
-Buf, pequeña, si yo te contara… -respondió con un suspiro la Luna.
**
**
Parte eliminada de Molly y la Espiral de los Sueños.
(... perdón por el cutre-dibujo, pero es que a estas horas no doy pa más ^^U)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
7 comentarios:
Muy bonito...El párrafo inicial me recuerda esa frase que dice que es más feliz no quien más tiene sino quien menos necesita, sobre todo por eso de no tener que poseer todo.
El resto me ha recordado la época en que dejé de creer en los reyes magos...La pérdida de inocencia puede ser muy triste...
"Cuando no tienes esperanzas de alcanzar algo, dejas de sufrir por ello" no estoy de acuerdo, cuandopierdes las esperanzas pero sigues deseandolo el sufrimiento empeora, talvez con el tiempo se amaine, pero cuando pasa es muuy malo
creo que te referias a que el deseo causa insatisfaccion, creo que los budistas dicen eso de que la la falta de deseos y necesidades es lo que lleva a la felicidad (o algo asi, no me hagas mucho caso)
"pues que al parecer la gente no entiende que para disfrutar de la cosas bonitas no hace falta poseerlas. – Molly apoyó la cabeza entre sus manos. - Basta con admirarlas…"
/me se pone a admirar a mirian ^_^ que wapaaaa
Me ha encantado. Al principio había interpretado lo del principio mal, como si te rindiéndote y dejando de luchar por sueños que tú crees imposibles, fueses a ser feliz, y con eso estoy totalmente en contra. Pero cuando luego Molly lo explica sí cobra todo su sentido. ^_^
creo que los budistas dicen eso de que la la falta de deseos y necesidades es lo que lleva a la felicidad (o algo asi, no me hagas mucho caso)
Si, es eso, el budismo basa su filosofía en la eliminación de todo deseo para alcanzar la felicidad (El "Nirvana" ese que le llaman). Y culmina en la (una vez eliminados todos los deseos) supresión del propio deseo de eliminar el deseo. Entonces dicen que si logras superar todo esto te vuelves incasdescente (Esto es como una bombilla, vamos, que serias Bombilla Man! Bwa-ha-ha-ha-ha!). Aunque claro, eso es lo que dicen... Gente así solo conozco a la Antorcha Humana...
Dejando las dudas existenciales de Guges, el relato está muy bien, refleja con mucha exactitud el paso del "yo-inocente" al "yo-preparado-para-el-mundo-exterior-lo-quiera-o-no" =)
Muy bonita la historia, si señorita. Como siempre, he de admirar tu gran trabajo, algo que algunos tardaremos, y mucho, en alcanzar. Y ya superar... hmm... lo dudo. ¡Es que eres una artista! :D
la gente no entiende que para disfrutar de la cosas bonitas no hace falta poseerlas. Basta con admirarlas…
Esta parte me ha encantado. ^_^ Y es que, tal y como dice Oza, no es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita.
¿Para qué tener la Luna si tan sólo quieres contemplar su bella luz?
El primer párrafo me ha dejado o_O
¿Es una parte eliminada? Pues debería leer el resto pq me ha gustado xD
gracias, me alegro de que os guste :)
Guges, lo que quise decir con la frase de "Cuando no tienes esperanzas de alcanzar algo, dejas de sufrir por ello" es que hay determinadas cosas que no tiene sentido poseerlas, porque al tenerlas tú pierden toda su belleza (el ejemplo de la Luna: cuando una persona llega por fín a pisar la Luna, se podría decir que la ha alcanzado, pero como está encima de ella, no puede ver su luz) ¿me entiendes? :)
Publicar un comentario