lunes, julio 16, 2007

El Cilindro



Sabine aguardaba agazapada tras la escalera de caracol, observando como la gente iba dedicándose sonrisas mientras se estrechaban las manos. Ninguno de ellos parecía conocerse, a excepción de un par de gemelas que, al parecer, se habían colado juntas.

La habitación estaba a varios metros de ella, y la brillante de luz de las miles de lámparas de su interior se escapa por la gran puerta entornada, penetrando en la profunda sombra que reinaba fuera de la estancia, como una gruesa lanza que iba estrechándose hasta no ser más que un fino hilo de luz apagada a los pies de la chiquilla, que se mantenía escondida tras la escalera, huyendo de las miradas y aprovechándose de la negrura del ambiente para espiar. Asomaba la nariz por encima de los escalones, ocultando una sonrisita maliciosa y satisfecha.

El cuarto estaba repleto. Lleno de gente. Gente despreocupada, que actuaba con naturalidad y educación, como si estuvieran en una fiesta en donde se les brindaba la oportunidad de conocerse.
La estancia era perfecta, acogedora y cálida, con un gran portón tallado franqueado por paredes llenas de cuadros de hadas y bellos paisajes de fantasía.
Las personas se encontraban a gusto. Bebían limonada, zumo y cerveza. Comían gustosos las frutas de las mesas y reían de los ocurrentes chistes de alguno de los invitados más elocuentes.

Estaban relajados. Estaban bien. Y ninguno de ellos se preguntó el porque estaban todos allí.

Sabine no pudo reprimir soltar una risilla burlona. Todo le había salido perfecto.
El cuarto, la ambientación, los detalles… incluso las personas escogidas. Hasta el par de gemelas que no había previsto le resultaron agradables, vistas desde los lejos, en la oscuridad, tras la escalera.
Conforme con lo veía, Sabine apoyó sus manitas sobre el peldaño, agazapándose un poco más.
Tendría que estar preparada para llegar en el momento justo. Ahora que todo iba perfecto, no podía permitirse el lujo de perder todo el esfuerzo.
La creación de la habitación, el ambiente, la comida, las semanas recolectando gente afín… todo podía echarse a perder en un solo segundo. Bastaba con que uno de aquellos que ahora reían alegremente en el cuarto consiguiera escapar… cosa que, en principio, y de momento, ninguna tenía previsto dado el atractivo y el divertimento que parecía ofrecer la reunión.

Sabine cambió de postura y movió un poco sus doloridas rodillas. Llevaba un tiempo ya tras la escalera, observando a la gente moverse tras la puerta. Pese a que no estaba del todo abierto, la pequeña podía ver todo lo ocurría dentro con sus grandes ojos rojos, además de escuchar todo lo que se hablaba entre la maraña de invitados.

Escuchar… eso era ahora su prioridad.
Todo estaba listo.
Todo a punto.
Solo quedaba que alguno de ellos lo dijera… cualquiera…

- Pues yo vengo de Amsterdan, ¿sabe usted?
- ¿De veras? ¡yo tengo parientes allí!
- El otro día me encontré con mi marido, que sinvergüenza…
- Oh, yo me divorcié hace unos días.
- ¡Me gusta ese juguete que llevas!
- Podemos jugar juntos, si quieres. Yo me llamo Marcos, ¿y tu?
- Nunca pensé que todo esto estuviera tan limpio, de veras.
- Ya sabes, se lo toma todo muy a pecho.
- Marie, ¿dónde estamos?

Sabine dio un respingo. Una de las dos gemelas miraba el entorno, extrañada.
La atención de la niña se centró en ellas con un fugaz movimiento de cabeza, aterrorizada. Había pensado dejarlas pasar, ignorarlas, no considerarlas un mayor contratiempo. Pero aquella pregunta no le interesaba.
No le interesaba nada.

Su expresión expectante se torció en una de creciente furia. Sus rojos ojos centellearon con una mezcla de odio y pánico.

Cierra el pico… cállate…

Pero su hermana respondió.

- No… no lo se, Laura. Te dije que no husmearas, ahora nos la vamos a cargar.
- Tienes razón, quiero irme de aquí.
- Yo también… mira, allí está la salida. Marchémonos a la heladería, ¡seguro que hay nuevos sabores de batidos!

El horror se apoderó completamente del pequeño cuerpo de Sabine, que observaba desde su posición como las dos gemelas se acercaban cogidas de la mano y con semblante alegre hacia la puerta entornada.
Ninguno de los otros asistentes les prestaba atención.
La niña empezó a sudar agarrando con fuerza el escalón hasta casi hacerse sangre en los delgados dedos. Sus músculos se agarrotaron y toda ella entró en una tensión enfermiza que le provocó un intenso mareo y le nubló la vista, completamente fijada en la imagen de las dos alegres gemelas encaminadas hacia la gran puerta.

Sus cabellos se erizaron, en sus ojos desorbitados asomaron lágrimas de desesperación y un agudo dolor se apoderó de su cuerpo.

Las gemelas estaban llegando a la salida, a la gran puerta tallada. Si se iban, si cruzaban el umbral, si ponían un pie fuera de aquella sala perfecta…

Pero entonces, de forma imprevista y en medio del pánico, Sabine por fin escuchó en una de las conversaciones lejanas lo que había estado esperando con tanta ansia:

- Oh, sí, tu te refieres a… Sabine.

Como un relámpago, al escuchar pronunciar su nombre Sabine saltó por encima del escalón y se echó a correr como alma que se lleva el diablo hacia el gran portón.
Las gemelas aun no habían llegado a la salida, y en ese momento reían por alguna gracia de uno de los asistentes.
Nadie vio a la niña correr hacia ellos. Ninguno se percató de su carrera.

Nadie la veía.

Pero Sabine hacía tiempo que dejó de prestarles atención: recorrió la larga lanza de luz que llegaba desde la estancia hasta llegar a la puerta, quedándose a un palmo de las dos gemelas, que seguían riendo felizmente cogidas de la mano, como a cámara lenta.

Sabine no entró en el cuarto. Ni siquiera les dedicó una mirada a las gemelas. Con un giro precipitado, viró hacia la derecha en su carrera desesperada y con un jadeo se agachó para recoger uno de los extremos de una gruesa cadena negra, aparecida a los pies de la estancia de entre la negrura. Sin detenerse un instante, agarrando con un abrazo la cadena que era más grande que su propio cuerpo, Sabine continuó corriendo sin parar en dirección a la pared.

Y cuando parecía que la niña iba a estamparse contra uno de los bellos cuadros que adornaban, estos desaparecieron. Toda la pared se esfumó. Y Sabine siguió corriendo, arrastrando la pesada cadena, jadeando por el cansancio y por el esfuerzo, pero siempre con la idea presente de que en el momento de que se detuviera, todo habría terminado.

Corrió entre sudores y jadeos, con prisa y varios traspiés a causa del peso, pasando por donde antes había habido la hermosa pared de cuadros, girando siempre hacia la izquierda en su carrera, bordeando la periferia de la habitación, que a cada apresurado paso de Sabine iba adquiriendo su forma externa real: la forma de un gigantesco y gris cilindro situado en medio de la nada, en medio de la negrura.

La carrera de Sabine continuó, manteniéndose muy cerca de las paredes del enorme cilindro que iba tomando forma a la vez que ella lo bordeaba con la cadena de la que tiraba. La pequeña tomo aire apresuradamente cuando logró divisar al fondo la gran puerta a la estancia.

La puerta del cilindro.

Ya está, ya está, he dado la vuelta, ya la he dado, solo un poco más un poco…

- ¡Eh! ¡Eh! ¿qué esto Marie? ¡no hay nada!

El terror volvió a apoderarse de Sabine cuando escuchó la voz de una de las gemelas. Al parecer, una de ellas había decidido asomarse al exterior.
Con un impulso desesperado, Sabine se abalanzó contra la gran puerta y con un estrepitoso golpe, acompañado de un grito de la gemela, se cerró, y cuando lo hizo todo tallado que antes había mostrado desapareció, quedando convertida en una alta y fría puerta de metal del mismo tono gris que el resto del cilindro.

Sabine escuchó que en su interior la gente empezó a moverse inquieta. Algunos, probablemente las gemelas, aporrearon el lugar donde antes había estado la bella puerta.
Pero la pequeña no les prestó atención, y aun apresurada dejó caer el extremo de la cadena con la que había estado bordeando el cilindro y acercó el otro extremo, que había dejado en la entrada.

Con un súbito entrechocar metálico, ambos extremos se alzaron al unísono, lanzando a la pequeña hacia atrás, que quedó sentada a un par de metros de la entrada, jadeando exhausta, observando con los ojos muy abiertos como los dos extremos de la pesada cadena se retorcía a cierta altura y cada uno adquiría la forma de una enorme mano grisácea. Ambas manos se agarraron fuertemente cuando alcanzaron la mitad de la longitud del gigantesco cilindro, y quedaron apretadas fuertemente sobre el metal gris, de forma que el gran cilindro quedara sellado, rodeado por la gran cadena, desapareciendo también todo resquicio de la puerta cuando ambas manos quedaron agarradas.

Y todo quedó en silencio.
Ya no se escucharon golpes del interior del cilindro, ni ruido metálico de los eslabones al moverse.

Tan solo se escuchaban los continuos jadeos de Sabine, que aun observaba desde el suelo el enorme cilindro encadenado que se alzaba imponente ante ella.

Al pasar unos minutos, los jadeos de la niña se fueron apagando. Se incorporó con cansancio, y antes de dar media vuelta de regreso a la escalera, le echó un último vistazo a su obra.

El enorme cilindro, sellado con la cadena de las manos estrechadas.
Era suyo. Todo suyo.

Con un suspiro, echó a andar hacia la escalera, subiendo por ella. Lentamente, ya sin prisas, y con una reconfortante sensación triunfo.

Al llegar al último peldaño del largo caracol, se encontró con Maron, Caronte y Aban.
Los tres miraron a la pequeña, curiosos.

Sabine estaba demasiado cansada para sonreírles.


Tengo ya atrapados a aquellos que me recuerdan, y han de recordarme por siempre.

Nunca jamás saldrán de mi cilindro, y solo vivirán para recordarme.

Y mientras ellos me recuerden, yo jamás dejaré de existir.



Aban torció el gesto con desaprobación.


No está mal pensado para asegurar tu existencia unos años, Sabine. Pero algún día tus esclavos del cilindro morirán, y con ellos, perecerá tu recuerdo.

Aban entrecerró los ojos con malícia.

Y tu también.


Ahora Sabine sí pudo contestar con una maliciosa sonrisa.


Cuando ellos mueran, otros entrarán en mi cilindro.

Otros entrarán... para recordarme.



****

Notas: Este escrito es una improvisación pura y dura. Estando tumbada en mi cama sin nada mejor que hacer, me vino a la mente la imagen de una niña que aguardaba tras una escalera (a saber por qué...). Como estaba aburrida, me levanté, encendí el ordenador, me senté frente al word y empecé a escribir de forma aleatoria sobre esa niña tras la escalera, y salió esto...

Hacía tiempo que no escribía nada :)

PD: El dibujo lo hice directamente a ordenador, con la tableta.

15 comentarios:

Koopa dijo...

Pues para ser algo improvisado masmola MUCHO! =D

Anónimo dijo...

No puedo sino aplaudirte, Mirian... Joder es genial!! o.o Pensaba que era el unico paranoico que improvisaba fragmentos de historias sin principio ni final previomente jajajaja.

Ahora en serio. Una vez mas enhorabuena ^^ De verdad me parece que narras con gran detalle. Me encanta ^^

En cuanto al dibujo... me gusta ^^ Son estos "apuntes fugaces" a los que mas cariño se le coge :)

En resumen, enhorabuena por ambas cosas. Si escribes algo mas... porfa ponlo.. me encantaria leer mas de ti *0*

Un saludazo!!

FalleN

Guges dijo...

no entiendo a la chavala esa, a mi me encantaria que me persiguieran unas gemelas :D

y lo de sobrevivir gracias a que te rercuerden y guardartelos me suena de algo, pero no se de que.....

Bocaseca woman dijo...

Uho! O_O

Cuando he visto el dibujo me ha encantado (te lo digo en serio, me gusta ese tipo de dibujos), y a pesar de que el post era largo y soy un poco vaga para esas cosas, había algo que me impulsaba a leerlo.

Al principio pensé que tan solo era una niña tímida, después (ojos rojos y planes de retener en esa habitación a gente) que era una vampira (xD). Pero no, es mucho mejor que eso.

Incluso me ha dejado emparanoyada.

Besos :)

Rumiko dijo...

jop!!!! q guay!!! ai qver seguro q es improvisado???^^

weno yo d ti dejaria la biologia i me dedicaria a escribir y dibujar XD

el dibujo mola, el estilo va a corde con la historia ^^

Anónimo dijo...

Hola!!
Tu Blog me encanta y las historietas son lo más, sigue dibujando.
Por cierto, ¿Eres de Alicante?
Es que en la entrada que sales cuando te compraste el muñeco de Axel es el escaparate del Ateneo
xD. yo también lo soy.
Besos =)

Cloud Strife dijo...

Guao, me ha... molado, en serio, esta genial, es... una historia extraña, pero me encanta. Puede que sea por que yo con lo que es la palabra escrita y la creatividad en general, no me llevo muy bien jeje. Me ha parecido cojonuda, sigue asi!

Anónimo dijo...

Ha estado bien. Yo solamente he echado en falta un pelín más de suspense para darle un empujoncillo a esa paranoia-historia-universo que has creado. Mola.

Veo que el word te ha gastado alguna que otra putadilla "Sabine por Sabina" jeje, no me veo yo a Joaquinito fumando detrás de la escalera y bebiendo wisky a palo seco jeje

Nixarim dijo...

yep, me alegro de que os guste! :3

ya digo que es una improvisación, por eso el trasfondo no está muy ampliado, pero a raíz de esto se me han ocurrido varias cosas, a ver si me animo y las escribo... :D

y por dios, Sabina NO, NUNCA!! (se que es autor de culto pero... arg, no lo soporto! XD)

Anónimo dijo...

- Sabine se giró hacia los demas, que no pudieron reprimir un aullido de terror al contemplar su nueva faz, justo antes de que esta comenzase a cantar...

- Lagrimas de plastico azuuul rodando por la escaleraaa nananaaaa xDDDDDDDDDDDDDD

Nixarim dijo...

. . .

(sin comentarios.....)

Cloud Strife dijo...

Yo hubiera preferido la de 19 dias y 500 noches... XD

emendozadesigns dijo...

Podrías escribir un libro tia!

Me gusta el dibujo, es de esos que lo expresan todo con lo justo y necesario :)

Nixarim dijo...

bueno, más o menos tengo uno escrito (de cuentos), ahora solo falta que me lo publiquen... XD

Anónimo dijo...

Inquietantes y oscuros simbolismos creo hallar.

Ciertamente, hay quien tiene tanto miedo a la muerte, a desaparecer del todo, que se pasa la vida haciendo cosas y dirigiendo sus actos hacia la trascendencia.

Ya sea en la memoria de los suyos, ya sea mediante libros, películas, actos...

¿Acaso podemos saber si existimos si nadie salvo nosotros notamos nuestra existencia? ¿Existiremos en alguna modalidad de existencia si los demás recuerdan nuestro ego, es decir, ese yo que dejará de evolucionar cuando expiremos? ¿Qué es existir?

Quiero una redacción de 3000 palabras y se la envías al Pastor junto con la reflexión de qué es la vida X__D


PD: ¿Qué ruido hace un árbol que cae en mitad del bosque? XD Ma molao el relato improvisado, peque ^^