Hace tiempo que quería escribir sobre la inteligencia… y es que siempre me suelo comer el coco para poder definirla.
Generalmente, suele venir representada por un alto CI (coeficiente intelectual). Así, si una persona saca en un test un CI una puntuación de… yo que sé, de 300 (como Amy Mizuno), automáticamente se le dirá que “es inteligente”.
Aunque creo que eso no es del todo cierto. A no ser que el test incluya más cuestiones a parte de las matématicas, puzzles o decir que ve uno en una mancha... y aun así no terminaría de fiarme del resultado.
Veréis, a mi entender, el término inteligencia es bastante subjetivo, y cada cual cataloga a las personas de ser más o menos inteligentes según unas bases o unos criterios.
Para mi, una persona puede sacar matrículas en todas las asignaturas, terminar cuatro ingenierías e inventar el boli que pinte a acuarela y yo ser perfectamente capaz de llamarla idiota.
Se podría decir que, en mi caso (y siempre en mi caso, no puedo hablar en boca de los demás…) dividiría la inteligencia en dos grandes apartados: la práctica y la humana.
La práctica correspondería al nivel académico de cada persona: habilidad con las matemáticas, de pensamiento abstracto, de entender las cosas con mayor rapidez que la medie, de inventar artilugios útiles, de no perderse en clase de bioquímica (o para llegar a ella)… gente con facilidad para el estudio (más o menos desarrollada), con un buen CI, que por suerte con los genes o por esfuerzo, o por una combinación de ambos, sus notas medias en colegio, instituto o universidad son muy elevadas y obtiene gran rendimiento en su trabajo.
Y eso, por supuesto, es de ser inteligente.
Pero yo no mido la inteligencia solo por eso.
Ponme delante a un médico
honoris causa ególatra, incapaz de mirar a nadie si no es por encima de su hombro, que aleja a sus amigos por su actitud autoidolatrante o simplemente que no es capaz de dejar sus bonitos apuntes a un compañero de carrera, que yo lo llamaré subnormal integral con todas las letras.
El hecho de que una persona lleve bien sus relaciones humanas, se enfrente al día a día con sus problemas y los resuelva, los supere, que sepa contestar o aconsejar cuando se tiene un problema (y no de física o matemáticas, sino un problema de la vida), o que vaya a prestar su hombro para llorar cuando un compañero o amigo esté triste, para mi esa persona es tan merecedora de respeto y tan inteligente como la anterior, a la que sin duda respetaré por su nivel académico, pero a la que no
admiraré.
Y es que no es lo mismo una persona inteligente que una que
sabe mucho.
A muchos de esos cerebritos, les quitas sus libros, los llevas al campo y no tienen ni zorra idea de cómo volver. O no saben contarte nada que no hayan leído antes en un libro o escuchado por ahí. O se enamoran de alguien y no saben como actuar. O se pelean con un amigo y lo pierden para siempre, porque no saben resolver ese tipo de problemas sin ecuaciones diferenciales, o simplemente pedir perdón.
En otras palabras: acumular información, saber mucho, no es ser inteligente.
En realidad, no aporta nada. Saber mucho no da inventiva para indagar, para desarrollar. Tan solo te da la base.
Y aquellas personas que acumulan y acumulan datos, y luego tan solo saben repetirlos como loros, no creo que sean realmente inteligentes...
Simplemente...
saben mucho.
Una persona académicamente inteligente ha de usar ese saber, aplicarlo a la realidad, buscar resultados nuevos... ha de tener
curiosidad e
inventiva. Ha de querere más... ha de escribir sus propios libros.
Tal vez la inteligencia académica, la verdadera inteligencia intelectual, sea esa: aplicar lo que ya se sabe.
Mas, repito: una persona que es incapaz de prestarle un pañuelo a un niño que se ha caído y al que le sangra la rodilla, solo porque se le puede ensuciar ensuciar, o que considera inferiores a el a la gente que vende fruta en el mercado, para mi será siempre un perfecto gilipollas. Un imbécil. Un anormal.
Por muchos inventos útiles, por muchos másters o por muchos méritos que posea.
Le respetaré, es obvio, pero de nuevo no lo admiraré.
Las personas humanamente inteligentes son aquellas que se matriculan en la carrera de vivir. Es una carrera difícil, de solo una asignatura, el saber vivir, la cual muy pocas veces es tenida en cuenta.
Son esas personas que, a lo mejor no han conocido ni conocerán un curso de segundo grado, ni pisarán en su vida una universidad. Y, sin embargo, son gente con la que da gusto hablar, a la que respetas y
admiras por los consejos que dan, por los detalles que te ofrecen, por su atención a todo aquello que realmente les importa, como es la familia, los amigos o los mismos sueños y metas personales.
Esas personas son aquellas a las que vas en busca de ayuda cuando no sabes que hacer con ese amigo que anda con malas compañías, cuando te has peleado con tus padres y no sabes que decir o hacer, o cuando has hecho algo que sabes que no debías y simplemente necesitas desahogarte.
Esas personas son las que saben y aplican, son las que están siempre cuando las necesitas aunque no las veas casi nunca o, simplemente, son aquellas que se sientan a tu lado cuando lloras para no dejarte solo.
Mucha gente a eso lo llama ser "buena persona", pero yo no lo veo del todo así.
Creo que esas personas son muy, muy listas. Porque saben que cuando llegas cansado de todo lo que necesitas es precisamente esa cervecita fresca en el bar y estar de charreta, que notan cuando estas triste y te regalan su sonrisa, que se percatan cuando algo no va bien cuando nadie lo hace y dicen la frase que necesitas escuchar.
Que se ríe cuando hay que reir.
Que te regaña cuando has hecho algo mal.
Que te aconseja cuando no sabes que hacer...
Hay mucha gente que no sabe que decir cuando se les pide ayuda o consejo, o que no se dan cuenta cuando la persona que está a su lado está sufriendo y enmascara su llanto con una sonrisa... pero estas personas, las personas "humanamente inteligentes" sí saben hacerlo, y si se dan cuenta.
Y lo hacen. Y si ven que pueden ayudar, ayudan.
Por supuesto, hay personas y personas, y tal vez algunas sean muy listas en el día a día, pero poseen poca capacidad para el ámbito académico. Puede existir la persona con mejor don de gentes y saber vivir, y que luego no sepa ir a comprar al mercado porque se lia con los decimales, y, obviamente, eso tampoco es…
También existe el caso típico de la frase “de tan bueno, es tonto”, gente tan sumamente humilde y dulce que la vida los trata a patadas, los extorsiona y chantajea. Pueden ser muy dotados intelectualmente, pero tan buenas personas que simplemente no pueden estar en una vida tan llena de cabrones sin recibir golpes por todos lados.
Y ahí es donde entra la malicia…
La malicia es otro factor importante en la inteligencia. El ser calculador, astuto y hasta manipulador, y llevar a cabo todo lo que te propones como moviendo las piezas de un ajedrez, y por supuesto que tus peones no se den cuenta de ello (y si se percatan, es que es algo idiota por empezar algo que luego no puede controlar…), eso es también de poseer una elevada inteligencia.
Pero, por otro lado, más inteligente aun será aquella persona capaz de manipular y de ser el dueño de su ajedrez particular, aquella persona astuta y sagaz de malicia patente que, aun pudiendo hacer todas esas cosas… no las hace.
Y no las hace porque, simplemente, no le hace falta. No lo requiere. Vive la vida con la cabeza bien alta, con título de bachiller o sin el, trabajando de zapatero, de electricista o de obrero, de profesor o de arquitecto, resolviendo sus problemas con serenidad y protegiéndose de aquellos que quieren hacerle daño mediante la indiferencia o bien con ataques sutiles, más espontáneos que calculados.
Y eso, para mi, es ser una persona increíblemente inteligente.
Por supuesto, el hecho de tener un alto nivel académico influye, y es muy bueno, siempre impresiona y es digno de admiración, no lo niego. Por ello, tal vez, y como todo, la gente que sea realmente inteligente es aquella que posee ambos dotes en su justa medida: inteligencia académica y humana equilibradas.
Mas siempre hay excepciones: conozco gente increíblemente lista a nivel académico y a la vez también muy sagaz a la hora de enfrentarse a la vida... pero creo que no es del todo común: el cerebro humano no es infinito, y, generalmente, o se dispone de ambas cosas de forma equilibrada, o cuando se tiene mucho de una luego se carece de otra
No creo que exista nadie con el equilibrio perfecto. Cada cual elige y desarrolla su lado a potenciar, o potencia los dos como bien puede, pero jamás una llega a equilibrarse totalmente con la otra.
Y si eso sucediera… entonces el Dr. House existiría.
*** Foto de Sanscrit con Einsten cedida por las misma Sans. Arigatô! <3