Quiero expresar algo y no se como hacerlo. Es algo pasajero, que tal vez a nadie le interese y que a nadie le parezca importante, pero quiero decirlo. Escribirlo puede resultar fácil: basta con juntar unas cuantas palabras y hacer una frase. Seguro que todo el mundo lo entiende. Pero nadie lo llegaría a comprender. A nadie le afectaría. Lo leerían, asentirían como se asiente ante una ecuación matemática y seguirían con sus vidas. Yo quiero que quién lea esto comprenda hasta que punto puede llegar a afectar a una persona una idea, o una forma diferente de ver las cosas… y eso no se puede conseguir eso con unas frases. No se puede.
Durante semanas he estado pensando en cuentos, fábulas, poesías y frases, en citas, en comparaciones y alegorías, en composiciones para dibujos, para pinturas… pero nada me convencía. Ninguna de las historias o imágenes me servían.
Sonará raro, pero cuando era pequeña siempre pensé que alguien debería de inventar algún aparato para colocarse en la cabeza y que registrara en papel los pensamientos. Porque es en la calle, mientras andas, cuando lees, a la hora de comer, por la noche al acostarte… justo en esos momentos es en donde tu mente se expresa y te habla, te cuenta las cosas de forma en que las entiendes, las comprendes, en que te emocionas por la sencillez y claridad de las ideas más brillantes, o de los complejos modos de pensar de las personas, tú inclusive. No se puede planear un pensamiento. No se puede dar forma a una idea tan abstracta, o al menos yo no puedo, por eso se recurre a cuentos y fábulas para que la gente entienda y asimile las cosas. Y, aun así, hay personas que no lo ven, que se niegan a ver que lo que hay escrito no es solo un montón de frases ordenada, que no son sujetos y predicados juntos, sino pensamientos profundos que pretenden evocar más pensamientos.
Cuando era pequeña me daba rabia que, al llegar a casa, no pudiera sacar las ideas fuera. No pudiese expresarlas y compartirlas. La veía como cosas preciosas y bonitas, como un libro alucinante que quisiese mostrar a todo el mundo para que también pudiesen disfrutarlo, para que sintieran lo que yo sentía al leer sus páginas, sus historias… Y no podía. Las páginas quedaban manchadas y rotas por el terrible y cruel filtro de las palabras, y me sentía impotente. Impotente y triste.
No me entienden.
No puedo hacer que me entiendan. ¿Por qué los pensamientos no quedarán registrados en papel mientras se piensa en ellos? ¿por qué cuanto intento sacarlos fuera salen desnudos y ridículos? Alguien debería inventar un aparato que transcribiese los pensamientos…Y me sigue dando rabia. Miles y miles de ideas, pensamientos, conclusiones… todo se queda dentro. Quiero sacarlo, de veras que quiero compartirlo, pero hablar y escuchar las palabras vacías que salen de mi misma me hace daño. Es como si mutilara el alma que me ha dado esas ideas, como si fuera una niña desagradecida que tira los regalos que le dan por el suelo porque no sabe apreciarlos. El alma me grita, se enfada y deja de hablarme.
“¿Pero qué haces? ¿no ves que estás rompiendo todo lo que te he dado? ¡me duele ver que destrozas mis regalos!”
Así que no los saco por miedo a herirla, por miedo a destrozar los mensajes, a que se pierdan. Y siento no poder compartirlos, lo siento de veras, pero no encuentro la forma de poder mostrarlos.
La mayoría de poesías, cuentos e historias que escribo las suelo tirar. No me gustan. Están vacías. No me hacen sentir nada. Son palabras. Son solo un montón de palabras…
Pero no creo que me eche atrás. No creo que me retire. Tal vez sea difícil, y creo que jamás podré expresar ni la décima parte de las cosas que quiero contar, pero en ocasiones algo surge… una forma, una imagen abstracta que se transforma en un conjunto de palabras o imñagenes que, por un momento, dejan de serlo, y se convierten en pensamientos.
Cada vez que sale una idea que toma forma, una idea que de veras consigo escribir, que puedo trasmitir, me siento terriblemente contenta y feliz. Porque estoy transmitiendo algo. Porque estoy haciendo algo por los demás. Porque creo que la gente necesita aprender a pensar por si misma, aprender a cuidar sus ideas, sus pensamientos y su mente, y nada mejor para ayudar que transmitir ese cuidado, ese respeto: no destruyas tu mente, ¡cuídala!, no la maltrates intentando sacarlo todo fuera con palabras vanas: busca las frases adecuadas. Encuentra el modo de expresar tus pensamientos. Y disfruta de ellos, disfruta de ellos porque son tuyos y son una de las pocas cosas que nadie te podrá arrebatar jamás.
Porque es muy fácil guardármelo todo para mi. Total, yo ya lo tengo, a mi no me hace falta transmitirme a mi misma nada, porque yo ya sé lo que sé. Yo misma me lo cuento y repito todos los días. Cada idea está presente en cada momento, los pensamientos me los recito cada mañana y me los recuerdo al final de día. ¿Para qué transmitirlos a los demás, entonces? La sociedad ya tiene sus propios pensamientos que viene de fábrica, sus ideas estándar y sus ideales impuestos. ¿Por qué intentar transmitir los míos?
Darle la espalda a la sociedad, decir “yo no lo hago” y caminar por otro camino distinto está muy bien, incluso es relativamente fácil. Tienes que negarte a ser un clon, admitir que no te ves viviendo en un rebaño y partir hacia tu propia vida, buena o mala, pero tuya y de quien tu quieras dejar andar a tu lado, dejando así la gran autopista atrás. Pero lo verdaderamente difícil no es construir tu senda y marcharte, el verdadero reto no consiste en aislarse y rechazar a la sociedad…
El verdadero reto es integrarse en esa sociedad y no olvidarse a si mismo. Caminar entre ellos, transmitiendo tu ideas, mostrando otros pensamientos, enseñando las alternativas a la gente que anda cegada por los dogmas de la sociedad y la vida moderna, dando llaves para abrir las puertas que hasta entonces mucha gente ni siquiera había visto… e incluso recibirlas tu, porque no siempre ves todos los caminos, y a veces es otra persona el que te quita la venda a ti.
Ir andando entre el mar de gente, intentando llegar a sus corazones de maniquí y convertirlos en almacenes de nuevos sentimientos, a la vez que cuidas y enriqueces tu alma y tu persona a base de alegrías y tristezas, sorpresas y decepciones, intentando formar parte de todas esas vidas que casi todo el mundo ve como un todo, pero que por separado resultan mucho más interesantes… y todo esto sin romper tu imagen en el espejo, sin ver convertido tu reflejo ante el cristal como una figura desordenada y sin sentido.
Porque, a veces, la sociedad ataca a aquellos que van en contra de su doctrina y desordenan sus pensamientos, los confunden y deprimen, haciendo que la imagen que antes se mostraba segura y perfecta se vuelva desordenada en una mente caótica.
Pero yo se que si me olvido por un instante de quien soy, de mis ideas y de mis pensamientos, siempre habrá alguien que me lo recuerde, cuando menos me lo espero y cuando más me hace falta. Y entonces podré volver a levantarme y a pensar en como decir las cosas para que la gente las reciba y las sienta…
Porque solo puedo transmitir ideas cuando yo las comprenda.
Y hace tiempo que deje comprender todo el rollo que estoy soltando. ¿De qué chufas iba este post?
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dónde está la llave?, matarile rile rile…
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(realmente, alguien debería inventar ese aparato que registrara los pensamientos…)