The End is Comming

Me faltan dos exámenes para terminar.

Han sido casi tres semanas de encierro absoluto. Sin tener noticias prácticamente de nadie...

Y encima, como este año curso varias asignaturas distintas a las de mi grupillo de amigos más cercanos de la uni, prácticamente no he visto a ninguno en un mes o más.

Es curioso que se eche de menos la época de exámenes en donde te entraban ganas de ir a hacerlo no solo para quitártelo de encima, sino para ver también a la gente que quieres. Si le quitas eso, esas semanas de encierro resultan incluso más insoportables...

Pero te acabas acostumbrando. Es lo que hay, tu no tienes la culpa, y aunque la tengas, te tienes que joder y comportarte como una persona adulta y caminar hacia delante.

Y estudiar, que es lo que toca.

Mas... no he sabido nada de ellos, de mi gente, en estos días... no he sabido nada de nadie. Bueno, sí, de una persona que me llamó un día.
Esto se que es culpa mía: soy cerrada, y el que me conoce también conoce mi manía de no acercarme a la gente a no ser que la gente se acerque primero a mi.

Soy orgullosa, lo se.
Pero aprendo.
Lo mismo tardo, lo mismo tardo mucho, pero al final aprendo.

Por eso, esta vez, cuando sentí miedo de que la gente se haya olvidado de mi por mi ausencia, por dejar de aparecer en esas fotos en el césped, por no volver a discutir en la cantina o no estar riendome con todos cuando simulábamos combates a lo final fantasy, cuando sentía todo eso he procurado no hundirme en una amargación estúpida sin ningún sentido.

Tal vez no llamase... pero un toque al móvil, un mail colectivo, incluso comentarios en aquellos amigos que tienen blog... todo eso, aunque resulte insignificante para una persona acostumbrada a ceder por integrarse en un sitio, para mi es importante. Y sobre todo ahora, ya que esos detalles han sido los únicos que me han permitido comprobar que la gente seguía ahí, que no se había ido quedándome atrás.

Incluso he consguido acercarme al teléfono y llamar directamente a cuatro personas (casi una por semana, jeje) A las cuatro más cercanas, quizás...

El hecho de escuchar su voz diciéndome directamente cosas como "falta poco, animo!" "aaag, esto es un ascoooo" "quiero ir al cine!!" o "voy a morir como no terminen los exámenes de una puñetera vez" me tranquilizaba.

Mucho.

Estaban ahí.
Siempre lo han estado.
No les hace falta estar llamándome cada dos minutos para que yo lo sepa... pero a veces, simplemente, se me olvida.

Y lo peor es que cuando se me olvida, me suelo sentar junto al teléfono, esperando ansiosa sus llamadas.

"Me llamará" "tiene que hacerlo" "hace siglos que no me ve" "se acordará de mi"...

Y claro que se acuerda. Pero esa persona también tiene sus propios problemas, y muchas veces la que necesita recibir una llamada no soy precisamente yo.

A veces soy como una niña mimada... una malcriada.
Pero, tarde o temprano, acabo por darme cuenta... e intento rectificar.

A veces no lo consigo, y lo siento... se bien que he estado ausente con algunas personas a las que quiero mucho, y lo lamento. De veras.

Pero no esperéis que de la noche a la mañana sea la persona más abierta del mundo, porque no lo soy, y dudo mucho que lo sea nunca.
No suelo confiar en la gente, y no precisamente porque la gente me de motivos para desconfiar... sino porque necesito de mucho tiempo para poder considerar a alguien un amigo de verdad.

De hecho, solo tengo dos... Tres, tal vez (externos a mi familia, quiero decir...).
Y esas personas no han estado conmigo ni un año, ni dos... han estado del orden de seis o siete años a mi lado. A veces, incluso toda la vida.
Y, por supuesto, dos de las cuatro personas a las que llamé, fueron ellas (ya sabéis quienes sois, que aunque no comenteis me consta que os pasais por aquí).

Tengo capacidad para contar las cosas, para compartir mis problemas y para confiar en la gente. Pero soy lenta. Soy muuuuuuy lenta... y aun así a veces me cuesta XD.

Pero el mero hecho de darme cuenta de que gente relativamente nueva para mi va a estar ahí para responder a mis llamadas perdidas, incluso para escucharme si algún día me da por hablar... el mero hecho de levantarme y caminar hacia la gente en lugar de que la gente tenga que levantarse y llevarme de la mano hasta los demás... supongo que es algo bueno.

Y por eso... muchas gracias.

Supongo...


PD: los patitos de la foto son los que siempre andan pululando junto con su mamá por mi facultad... aunque últimamente tampoco los he visto mucho...