Lin suspiró con fastidio a la vez que cogía, con desgana, el monedero de su madre del taquillón de su casa. Como todas las mañanas, le tocaba ir a comprar el pan. No es que fuera algo fuera de la común, pero tener que levantarse cada mañana a las siete para poder coger el pan caliente no era algo que le entusiasmase.
Resignada, la pequeña abrió la puerta y, tras despedirse de su madre, y después de coger su pequeño paraguas y su pañuelo rosa, salió de su casa, cerrando la puerta con cuidado para no hacer ruido.
Lin bajó las escaleras despacio. No tenía ganas de correr. Tenía que cruzar tres calles hasta legar a la de la panadería. No estaba lejos, pero el mero hecho de pasar por esas tres calles ya le resultaba molesto y cansino. No había nada que ver, nada que le gustase. En realidad, ya pocas cosas le gustaban. Todo le daba igual.
La niña alcanzó por fin el portal de su casa y salió a la calle. No había nadie, como siempre. La calle Cereza nunca estaba muy concurrida. Lin suponía que la gente no salía por miedo a que le cayese algún disparo.
Empezó a caminar despacito. No había prisa, nadie iba salir para quitarle la primera barra de la mañana, y no quería ensuciarse las zapatillas pisando algún cadáver, así que se cuidó mucho de ir esquivando cada uno de ellos y de no pisar las manchas de sangre que inundaban la calle. Una de las pocas cosas que aún le podían gustar un poco eran sus zapatillas, y no tenía ganas de que se ensuciasen y acabaran en el cubo de la basura junto con su hermano pequeño, al que su madre abortó por no tener suficientes sillas en el salón para él. Una molestia menos. Pero sus zapatillas eran demasiado bonitas para acabar en el cubo de la basura, y no necesitaban ninguna silla, así que no iba a dejar que su madre las tirase por una mancha de sangre, que es tan difícil de limpiar.
El problema de ir andando por esa calle, en realidad, no eran los cadáveres que la inundaban, sino los miembros esparcidos por todos los rincones. Porque un muerto, quieras que no, es fácil de ver y esquivar, pero a veces sin querer puedes pisar un dedo, un brazo, o la cabeza degollada de un bebé. Y eso si que era un fastidio. Las cabezas de los bebés eran particularmente pringosas, ya que al ser de cartílago ceden con facilidad ante cualquier pisotón y te pones perdido de líquido rojo y gris. Y eso ya sí que no salta ni con el mejor de los detergentes.
Por suerte, Lin había pasado ya muchas veces por aquella calle y ya estaba más que acostumbrada. Solo una vez estuvo a punto de tropezar y caer encima del torso de un soldado que iba vestido de verde, que yacía encima de otro vestido azul que no tenía brazos. Pero Lin era una niña muy ágil, y pasó el peligro con un salto.
Al llegar al final de la calle, Lin comprobó su vestuario y sus zapatillas, y sonrió contenta. Todo impecable. Y justo cuando cambiaba de acera, escuchó a sus espaldas un disparo.
“Mira por donde...” –pensó echando una mirada indiferente a sus espaldas- “hoy se adelantan” Y empezó a caminar de nuevo, dejando atrás la calle Cereza y entrando en la siguiente.
La calle de la Luna no era tan pringosa como la de la Cereza, a Lin era incluso la que más le gustaba. Como solo era una niña sin apenas dinero, las prostitutas no se le acercaban. Lo único malo era pasar por delate de una de las esquinas y ver a algún crío ser violado por un señor. A Lin no le gusta el ruido del jadeo. La ponía nerviosa.
Tal vez lo único que la incordiaba en aquella calle fueran las miradas raras de los adultos, que la observaban fíjamente. Algunos se tocaban de forma insistente la entrepierna mientras la miraban, pero no entendía porqué. Lo cierto es que a ella le daba igual. Tal solo quería comprar el pan.
Lin continuó andando y vio como las chicas, de un color de piel extraño, se montaban en los coches de la gente, la mayoría señores mayores. Se ve que estos señores las conocían ya de antes, puesto que las llamaban a todas por sus nombres. Una se llamaba Zorra, otra Puta, otra Ramera… la verdad es que eran nombre muy raros, y lo curioso es que casi todas las chicas se llamaban igual allí. Tal vez estuviese de moda llamarse así en aquella calle, como Juana o Raquel en la suya. Lin se encogió de hombros. Poco le importaba el nombre de la gente, la verdad.
Una niña más pequeña que ella se le cruzó de repente. Tenía los ojos llenos de agua, cosa que a Lin le llamó la atención (¿se acabaría de duchar?) y le pedía con voz muy bajita que le diese algo de dinero.
Lin la miró un poquito, pero luego negó con la cabeza. La primera barra de pan del día era la más cara, no podía ir por ahí regalando el dinero. Así que, muy educadamente, le dijo que no y se fue.
Lo último que escuchó a sus espaldas antes de salir de la calle de la Luna fue la vocecita temblorosa de la niña.
“tendré que hacerlo otra vez…”
La última calle era la calle de los Pajaritos. Lin abrió el paraguas, se ajustó el pañuelo alrededor de la boca y nariz, y empezó a andar.
En la calle de los Pajaritos no vivía nadie. Nadie podía vivir allí, ya que el aire era venenoso. Lin no sabía muy bien cuando o porqué, pero al parecer la gente empezó a tirar mucha basura o algo así y al final el aire fue venenoso, y todos los que vivían allí se murieron. Por eso Lin se protegía del aire con el pañuelo. El hecho de llevar paraguas era por la misma razón por la que se le puso a la calle el nombre de Los Pajaritos: los pájaros no sabían que el aire allí estaba contaminado, así que cuando pasaban por la calle por casualidad se envenenaban y morían, cayendo ya muertos del cielo. Por eso Lin llevaba siempre el paraguas. Los pajaritos muertos que te caían en la cabeza hacían daño…
Lin recorrió esta última calle más rápido que las otras dos, porque a veces el aire se colaba en el pañuelo y olía muy mal. No le gustaba. Prefería correr un poco y salir de allí. Así, de paso, la perdía de vista. Era una calle muy fea.
Poco después de dejar la calle de los Pajaritos, Lin llegó a la panadería. Curiosamente, la encontró cerrada. Lin miró extrañada su reloj. Las siete y cinco. Debería estar abierta.
Lin cogió el pomo de la puerta, la forzó un poco y la abrió. La puerta de la panadería era muy vieja y pobre, como todas las puertas de la calle del Bolsillo. Era fácil de abrir, pero casi nunca había mucho dinero como para ponerse a robar. Lin entró y fue al mostrador. No veía al panadero. Se acercó un poco más y se inclinó por encima de la barra, llena de panecillos y bollitos. Allí estaba el panadero. Con un suspiro de fastidio, Lin cogió por su cuenta una de las barras de pan del mostrador, dejó el dinero sobre la bandeja y se fue.
- Que fastidio, –se dijo mientras se volvía a ajustar el pañuelo y abría el paraguas- ya se ha muerto otro de SIDA. Ahora tendremos que comer pan frío…
***
En el mundo siempre ha habido guerras.
¿Y qué? No pasan aquí, ocurren dentro del televisor.
En el mundo hay miles de mujeres y niños obligados a prostituirse.
¿Y qué? No están aquí, viven dentro del televisor.
El mundo se está marchitando a causa de la contaminación.
¿Y qué? Aquí se puede respirar, el aire tóxico circula dentro del televisor.
¿Para que preocuparse por las guerras, la prostitución o la contaminación?
Cuando sales a comprar el pan, ¿ves alguna guerra, algún niño violado o respiras aire tóxico?
Yo no.
¿Y sabes por qué?
Porque todo está dentro del televisor.
Así que simplemente vive, y se feliz, porque el televisor secuestra y encierra todo lo malo del mundo.
Menos mal que podemos vivir tranquilos.
En el mundo siempre ha habido guerras.
¿Y qué? No pasan aquí, ocurren dentro del televisor.
En el mundo hay miles de mujeres y niños obligados a prostituirse.
¿Y qué? No están aquí, viven dentro del televisor.
El mundo se está marchitando a causa de la contaminación.
¿Y qué? Aquí se puede respirar, el aire tóxico circula dentro del televisor.
¿Para que preocuparse por las guerras, la prostitución o la contaminación?
Cuando sales a comprar el pan, ¿ves alguna guerra, algún niño violado o respiras aire tóxico?
Yo no.
¿Y sabes por qué?
Porque todo está dentro del televisor.
Así que simplemente vive, y se feliz, porque el televisor secuestra y encierra todo lo malo del mundo.
Menos mal que podemos vivir tranquilos.
menudo cambio de estilo narrativo has pegado niña, :P
ResponderEliminarla verdad es que eso del televisor es cierto, hace tanto tiempo que comemos viendo el telediario que ya pasamos de todo, muy triste el mundo si
Hmmm... yo no me cansaré de decirlo, tengo miedo.
ResponderEliminarTengo miedo de empezar a sentir indiferencia, de no mostrar emoción alguna por los sucesos que la tele nos muestra cada día. Guerras, secuestros, muertes... Ya no necesitamos comer, todos estos cataclismos humanos son el pan de cada día. ¿Y a alguien le afecta?
Creo que cada vez me estoy volviendo más cerrado, evito (aunque sea de forma inconsciente) sentir emoción por estas cosas. Tal vez si me involucrase más podría construir un mundo mejor, o estaría con una depresión encima y no podría andar sin hecharme a llorar. No lo se, y tengo miedo. Miedo a que tipos importantes acaben así, inmunizados, capaces de hablar de muertos como quien critica la última peli que ha visto en el cine.
Larga y próspera vida pero, ¿próspera para quién?
Reflexiones a parte el texto está muy bien ^^
Realmente la narración impresiona...
ResponderEliminarestaba a punto de ponerte que era muy desagradable hasta que lei lo del televisor...consigues que el mensaje llegue, la exageración es una buena forma de hacer pensar
Cree que he estado a punto de escupir el trago de agua que estaba bebiendo cuando he leído la parte de las cabezas de los bebés. Muy acertado tu relato, hace dos días estaba pensando en eso que dice de la "telerrealidad". Se vive cada vez más en una sociedad, supuestamente de la información, realmente ignorante, que no parece conocer lo más básico si no aparece en la televisión y es motivo de alarmismos por los mismos sociólogos y expertos pelagatos. Y que encima ignora fuera de sus fronteras cómo está el mundo.
ResponderEliminarPor otro lado, es cierta la insensibilización, pero no es responsabilidad de los medios, sino de las potencias en cuestión: Se mira a otro lado. Es lo fácil. Los políticos han creado nuevos problemas y necesidades en que centrarse para olvidar esto, y la sociedad les ha seguido el juego.
En fin, un desastre. El relato es magnífico, una muestra de que la belleza de la literatura no tiene que ver con su contenido.
Saludos.
Aparte de que la narración es imporesionante, como siempre has demostrado, el relato en sí es imposible que deje a la gente indiferente. A mí me ha hecho sentir precisamente el miedo a la insensibilización y a la ignorancia de lo que ocurre a nuestro alrededor. Y cuando digo "alrededor", no me refiero al barrio o a la ciudad, sino al mundo, el mundo que nos rodea.
ResponderEliminarYo a veces he sentido esa insensibilidad, yo mismo incluso he sido insensible por un breve momento para luego no creerme que pudiese actuar así. Hay que luchar por evitar que esto ocurra, involucrarse en estos asuntos y no dejarlos por la excusa de que eso no nos pasa ni pasará (lo cual tampoco es del todo cierto, ya que cualquier cosa puede pasarnos).
El texto invita a la reflexión. Un gran trabajo, sin lugar a dudas.
estaba a punto de ponerte que era muy desagradable hasta que lei lo del televisor...
ResponderEliminarcaray, pues en realidad el texto solo se componía de la historia de Lin... menos mal que pensé que lo mismo el mensaje no quedaba claro y añadí la parte que va en cursiva ^^U
es cierta la insensibilización, pero no es responsabilidad de los medios
por supuesto, en realidad no es esa la sensación que quiero dar. Los medios solo difunden la notícia, el problema es que la peña no se la cree... o al menos no quiere aceptar que ciertas realidades se suceden de forma habitual en otros lugares que no son sus casas, pero como no se las cruzan cuando van a hacer sus quehaceres cotidianos (como comprar el pan), no les dan importancia. El hecho de que Lin pase por esas tres calles es una exageración: la insesibilización llega ya hasta tal punto que, aunque esas realidades se sucedan muy cerca de ti, ya ni te das cuenta.
Me alegro de que os invite a la reflexión. Al menos mi ida de pinza sirve para algo... no se.
Iba a quitar muchas partes, pero al final lo he dejado tal y como lo escribí en un principio.
Pereza de ir borrando cosas, supongo.
Deed: por supuesto, en realidad no es esa la sensación que quiero dar. Los medios solo difunden la notícia, el problema es que la peña no se la cree... o al menos no quiere aceptar que ciertas realidades se suceden de forma habitual en otros lugares que no son sus casas, pero como no se las cruzan cuando van a hacer sus quehaceres cotidianos (como comprar el pan), no les dan importancia. El hecho de que Lin pase por esas tres calles es una exageración: la insesibilización llega ya hasta tal punto que, aunque esas realidades se sucedan muy cerca de ti, ya ni te das cuenta.
ResponderEliminarEa, lo que yo digo: Lin está tan atenta a sus necesidades y problemas (El pan, los zapatos) que ignora por completo todo lo que pasa alrededor, aunque esté ante ella e incluso suceda en su familia. E incluso podría decirse que ha llegado a ser así ante tanta tristeza. Es lo que se lee en El árbol de la ciencia de Pío Baroja: Tenía un aire de insensibilidad y de estupor, que sólo un aluvión de desgracias puede dar a una criatura humana.
Por cierto...¿Cómo demonios se escribe en negrita y demás? Lo he probado cincuenta veces y nada.
Por cierto...¿Cómo demonios se escribe en negrita y demás? Lo he probado cincuenta veces y nada.
ResponderEliminarTesplico, en los comentarios pueden usarse tres tags: b, i, a (Las tres dentro de < y >, lo que pasa es que no puedo ponerlas porque entonces contarían como etiquetas y no se verían).
Para poner un texto en negrita escribes < b>Texto< /b> (Sin el espacio, eh?), con la / indica que acaba.
Y para cursiva la i y la a supongo que para subrallado, ahora no recuerdo
oh, bueno, entonces sí que ha llegado lo que quería expresar, Oza. Además de otro punto: la gente prefiere darle más importancia a cosas insulsas (zapatillas, el pan...), pero más cercanas a su realiadad, que a los verdaderos problemas que se encuentran lejos.
ResponderEliminarY yata. ^^
Desagradable, dicen por ahí arriba... Y no puedo estar más de acuerdo. Efectivamente, es un relato duro y desagradable. Tan duro y desagradable como todos podemos comprobar que es la vida misma, y no sólo lo que vemos en los telediarios...
ResponderEliminarMe sumo a la sugerencia de Darja, ¿por qué no pruebas a publicarlo en algún sitio?
Chapeau, Mirian.
No se si te quiero o te odio por lo bien que escribes, jodia xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD
ResponderEliminarQue gran verdad el comentario final.......
estee... gracias? XD
ResponderEliminarme alegra mucho leer vuestros comentarios, creo que he podido transmitir lo que quería ^_^
y sobre lo de publicarlo... umf, ¿y a dónde? no creo que nadie le haga caso a una niña friki que suspende geo exógena de forma reiterada cada año...
Lo de que la gente prefiere darle más importancia a cosas insulsas que a la realidad, también es cierto. Y si te fijas bien, es verdad que el texto también lo deja claro. Aunque no quita que eso también tenga que ver con la insensibilización, a llegar al punto en que unos simples zapatos sean más importantes que todas las desgracias del mundo.
ResponderEliminarEn cierta revistilla fotocopiada en que colaboraba apareció una vez una pequeña composición sobre el efecto de la televisión que llevaba frases como ésta:
ResponderEliminarEl corazón se nos ha endurecido
Y el cerebro se nos ha secado
Tengo que ponerme a buscarla algún día, y colgarla entera
(Ap, yo llevo casi un año sin televisión... y bien a gusto que se está)
(Ap, yo llevo casi un año sin televisión... y bien a gusto que se está)
ResponderEliminarOh... te admiro!
Y yo creyendo que mi mes y pico sin televisión me estaba yendo bien... Ahora me entero de que Eme A lleva así un año.
ResponderEliminarAhora, esa frase que has puesto, Eme, es una gran verdad (y va de lujo con lo que estamos discutiendo).
jo, pos yo veo el cartoon network...
ResponderEliminarLa televisión no es mala per se, de hecho el concepto de Televisión es algo hasta interesante. La información es necesaria y, mal que tal, por medio de la televisión llega a más personas de las que llegaba antes.
ResponderEliminarEl problema radica en que el exceso de información puede llevar a una sobresaturación. Y eso, obviamente, lleva a la ya mencionada desensibilización.
Pero considero muy poco acertado demonizar la televisión. Ella sola no hace nada, no va por ahí matando bebés, dedicándose a la trata de blancas o transmitiendo el virus del VIH.
Eso lo hacen las personas.
"Personas"
Personas que, casualmente (oh, qué cosas), suelen ser los mismos que manejan la telivisón.
Como con la radio, como con la prensa y como con cualquier medio de donde se pueda sacar información que nos haga (o no) pensar.
Y eso ha pasado siempre. Hay varios métodos eficaces de control de masas. Están, aparte de los Mass Media, las religiones. Y bien que funcionan.
Pero como decía es todo una cuestión de saber qué hay que controlar. Actualmente tenemos internet, medio que por un lado es una puta maravilla porque es muy difícil de controlar (eso hace que los de siempre no nos puedan agarrar tan fácilmente de los cojones u ovarios) y por otro lado es un asco porque es demasiada información. Demasiada información que lleva a un total desprecio hacia la misma, bebiendo sólo de fuentes que se ajusten a tus creencias o ni siquiera eso.
Pero la culpa no es de internet, sigue siendo de las personas.
Lo mejor es la sutileza. No vamos a decirle al espectador que es gilipollas, al revés, digamosle que es inteligente y que las personas inteligentes hacen tañ o cual"
Y así con todo.
Pero como es como las religiones es algo que no va acabar, es otra forma de suministrarle opio al pueblo, sólo que aquí van y te dicen que tienes libertad de elegir.
Pero sigue sin ser culpa de la televisión. Nosotros decidimos creernos las cosas, "los de arriba" no nos obligan a no sentirnos mal cuando vemos niños muertos en Ruanda. Pero, eso sí, no nos van a obligar a lo contrario. "La plebe mejor que esté contenta con su fútbol y sus marujas, que así no se nos subleva".
Lo que quiero decir es que nadie tiene la culpa de que los humanos seamos como somos, ni siquiera otros humanos.
Y a la mayoría siempre nos ha tirado más la opción más fácil ¿Condicionamiento? Naaaaahhh, no lo creo.
El texto mola, sobre todo el contraste de los nombres de las calles con el contenido de las mismas.
ResponderEliminarYo habría sido más sutil pero a la vez más animal.
...
Sé que esto último no se ha entendido pero es parte de mi encanto!
(Estoy escribiendo desde un teclado ajeno, de ahí las múltiples faltas).
Pero eso, que mola.
Ea, ea.
Y a la mayoría siempre nos ha tirado más la opción más fácil ¿Condicionamiento? Naaaaahhh, no lo creo.
ResponderEliminarVagancia diria yo...
(Estoy escribiendo desde un teclado ajeno, de ahí las múltiples faltas).
Un teclado es algo personal, una vez te acostumbras, los demás son malos. Lo dice un tío alérgico a los teclados de los portátiles =S
No pretendo demonizar a la tele, Sans, sino a la falta de sensibilidad que la gente tiene ante tanto desastre:
ResponderEliminarpor supuesto, en realidad no es esa la sensación que quiero dar. Los medios solo difunden la notícia, el problema es que la peña no se la cree... o al menos no quiere aceptar que ciertas realidades se suceden de forma habitual en otros lugares que no son sus casas, pero como no se las cruzan cuando van a hacer sus quehaceres cotidianos (como comprar el pan), no les dan importancia. El hecho de que Lin pase por esas tres calles es una exageración: la insesibilización llega ya hasta tal punto que, aunque esas realidades se sucedan muy cerca de ti, ya ni te das cuenta.
se que el que nombre a la tele al final puede provocar confusión y tal, pero la he puesto por ser el medio más masivo, también podría haber nombrado la radio o internet... el problema no es la tele, sino, como tu dices, las personas, que ante tanta mierda han decidido no mirar a su alredor, solo miran hacia sus quehaceres y sus cosas diarias y ni se preocupan ya por lo que sucede a dos pasos de sus casas.
Ya, ya, no me refería a ti, niña, ya sé que no pretendías eso. Pero la mayoría siempre suelta la coletilla de "Yo hace X tiempo que no veo la tele", "La tele es EL DIABLO ¡AAAAAAAAAH!", etc... Y me parece que así se aleja uno del verdadero problema, o tema, o algo.
ResponderEliminarKoopa: ¡Es que precisamente estoy escribiendo desde un portatil! ¡AAAAAAAAAAAH! XD
¡Es que precisamente estoy escribiendo desde un portatil!
ResponderEliminarHuye. Huye antes que las teclas del portátil confundan tu mente y te atraigan al Lado Oscuro del Hardware...
Sans, es que cuando yo digo que la tele es El Mal no estoy hablando de una caja tonta con bombillitas por dentro. Yo por tele me refiero a un ente abstracto y monstruoso que engloba la programación, las personas que trabajan en ella, los espectadores (que también tienen culpa en lo que se emite), un intrincado laberinto de intereses (políticos o económicos, o mejor ambos) y la madre que los parió a todos
ResponderEliminarpues a mi me sigue gustando el Cartoon Network... (prácticamente es el único canal que existe para mi XDDDD)
ResponderEliminarMiriiii, eres una crack!! Cierto que es crudo, pero nena, el mensaje llega de maravilla, que es lo importante.
ResponderEliminarPara variar respecto a lo ya dicho, yo creo que si fueramos totalmente conscientes del mal y la desgracia que nos rodea, y nos preocupara tanto como nos hacen creer que debería, acabaríamos en un psiquiatra o dedicando nuestras vidas a los demás. No sé, me sabe fatal no irme a Etiopía con comida para los niños, o no hacerme activista de alguna asociación ecologista, pero creo que tiene más repercusión lo que hagamos la sociedad entera que lo que hagan unas pocas personas de forma puntual. Creo que es mucho más importante cambiar pequeñas cosas de nuestro día a día, hacer ver a los que nos rodean nuestros puntos de vista y expandir una manera de actuar distinta a nivel local que ir tú solo a hacer lo que sea. No sé, supongo que soy egoísta, pero todos los somos y pocos lo admitimos. Hacemos por comodidad gran cantidad de cosas que perjudican al funcionamiento que queremos que tenga el mundo, nos aprovechamos de los males que provocan otros para mantener nuestra comodidad, y luego andamos quejándonos de que todo va mal y no hacemos nada. Pues deberíamos empezar por nosotros mismos, por ir a comprar a tiendas de comercio justo, por reciclar un poco más, no sé... Hay miles de pequeños gestos que si toda la sociedad occidental los adapatara, provocarían grandes cambios. Perder el tiempo discutiendo con un racista, hasta que te entienda un poco más, o reutilizar las botellas de agua que te compras en la universidad son cosas que si todos hicieramos harían más bien que apadrinar un niño. Porque por más que apadrines un niño, van a seguir habiendo niños sin hogar.
Supongo que me paso un poco, pero como me dijo Kei: "Todos se quejan de las injusticias ante un post así, pero luego apagan el ordenador y no hacen nada." (bueno, algo así era) Realmente, no sé hasta qué punto los que leéis esto hacéis un mínimo por cambiar el mundo, pero la mayoría de la los de mi edad no hace nada. Sólo comprar ropa cara y salir a beber los fines de semana, preocupándose únicamente por no rayar el Mercedes de su papi...
Bueno, creo que es suficiente por hoy de sermones élficos (yo tb soy una elfa, no sólo la Mirian...)
Sil, tienes mucha razón en lo que dices. Un persona sola no puede cambiar el mundo (ni 100, ni 1000...) pero puede hacer pequeñas cosas para mejorarlo.
ResponderEliminarEs normal que la gente se evada tanta injusticia en el mundo, es un modo de autoprotección: si nos preoupáramos por cada uno de los males del mundo, nuestra alma y esperanza se marchitarían, y una persona con el alma muerta es todabía menos últil que una que se niega a ver la realidad. Es bueno evadirse un poco, hacerse el loco por nuestra propia salud, ya que una persona enferma no puede ayudar a curarse a los demás, pero eso no significa que tengamos que cerrar los ojos constantemente. Hay que abrirlos de vez en cuendo, hacer un poquito, y luego descansar un rato, cerrarlos de nuevo durante unos instantes, repornernos, para que cuando los volvamos a abrir podamos hacer otra cosita que ayude a mejorar. El problema es la gente que los cierra y se queda así toda su vida, y luego se sorprende cuando se pega una josconcia...(normal, no se puede ir por la vida con los ojos cerrados, al final algo te golpea y te obliga a abrirlos)
El egoísmo que nombras es autodefensa de la persona, de proteger la propia vida y la propia felicidad (cosa muy natural en los animales, no es nada raro). Cierto es que hay personas que niegan esta defensa y que lo dan todo, y, sinceramente, chapó por ellas/os (en serio), porque hacen el doble de lo que una mente y alma normal podría hacer.
Me ha gustado tu post Sil. Se nota que eres elfa XD
Hum, tarde oe temprano sale el tema del egoísmo...Y es curioso, porque en el libro del cual saqué la cita, El árbol de la Ciencia, decía que el mundo no cambiaría hasta que el pobre aprendiera a ser más egoísta. Pío Baroja lo escribió en una época en que la mayoría de la población española vivía en condiciones similares a lo que Deed describe (Bueno, en realidad era algo mejor, pero vaya...) y que era aceptado con resignación (La religión influía mucho, como dice Sans). El problema, un siglo y pico después, sigue siendo el mismo que cita el libro: Que el egoísmo está mal repartido, como el resto.
ResponderEliminarJoder, si alguien después de leer este relato no siente nada, ni tan siquiera un leve temblor de labios o la piel de gallina, es que es de piedra, porque a mi personalmente casi me hace llorar. ¿Te importa que enlace a este post desde mi blog? Yo no soy capaz de remover conciencias de esta forma, no encuentro las palabras, y para hacer un burdo intento, prefiero que lo vean en tu blog.
ResponderEliminaroh! claro que no me importa! muchas gracias!
ResponderEliminarPues le voy a poner una pega al brutal relato: lo de su hermanito que lo arrojaron a un contenedor de basura porque no tienen sillas en casa...eso no se sostiene ni con hormigón armao :P.
ResponderEliminarPor lo demás, muuuuuuuuuuuuuy bueno el texto. Me gusta tu estilo.
Lakikez!
lo de su hermanito que lo arrojaron a un contenedor de basura porque no tienen sillas en casa...eso no se sostiene ni con hormigón armao
ResponderEliminarumm... y por qué? :)
Una historia absolutamente genial, muy buena, felicidades Mirian
ResponderEliminarEstremecedor relato. Me gusta tu estilo, un saludo.
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