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El texto que voy a exponer aquí es solo una opinión. O más bien, un consejo. No referencio a nadie ni pretendo hacerlo, pero si os sentís identificados con algo… pensad y meditad en lo que estoy diciendo. Quizás os ayude… o quizás no. Es solo una opinión :)
A lo largo del tiempo que llevo en el mundillo de los webcómics, o cómics, en general (que no es mucho, pero algo llevo), he podido encontrarme y clasificar a los diferentes autores en tres subtipos:
- Primero tenemos el que he denominado “autor comercial”. Este tipo de autor se te presenta un buen día con su cómic y te empieza a soltar toda una colección de auto-piropos a sí mismo: “¡mi cómic tiene una historia que no se ha visto nunca!” “¡mi dibujo es supercalifragilístico y mi manejo de los filtros de fotochó está a nivel HEMAN!”
Ante este tipo de autor, generalmente, se le suele responder con un “ah, vaya, que guay!” mientras se piensa “se va a leer tu cómic tu abuela… si tuvieras”. O BIEN... ¿qué ocurre cuando un autor pone por las nubes su obra, a nivel estratosférico? Pues que si te atreves a leer esta obra lo primero que hace es BUSCAR FALLOS, porque tenerlos, los tendrá, y si te restriega por la jeta que tu obra (si eres autor) es posiblemente una mierden comparada con la suya, pues lo primero que haces es buscar razones para hacerle ver que NO. Vamos, que puede que te leas el cómic… pero te importa un foié de pato lo que te esté contando o de que trata. Te centras en todos y cada uno de los fallos que tenga. Porque ojo, que los tendrá. Como todos.
- El caso opuesto es el “autor suicida”, que es el se te presenta diciéndote “hola, esta es mi obra… y es una mierda, lo sé” O bien “No se dibujar y la historia no es muy buena, pero este es mi cómic…” O incluso “No me gusta mi estilo, ni como me ha quedado nada… pero es lo que tengo”
Pero vamos a ver, alma de cántaro… ¿cómo demonios quieres que la gente te lea, si lo primero que les dices es que NI TU LO HARÍAS? ¿De verdad es eso lo que buscas cuando te pegas la currada que es hacer un webcómic? La modestia es buena, necesaria, pero la automutilación solo conseguirá lo que consiguen todas las mutilaciones: desagrado. Ni con un palo, vamos. Si ni tú te crees lo que estás haciendo, no esperes que los demás lo hagan.
- Por último, tenemos “el Autor”, a secas. Este autor lo que hace es: te presenta su cómic, y te dice: “ESTE ES MI CÓMIC".
...
Y ya está. Te lo deja delante. A veces te comenta un poco de qué va la historia… pero no más. Punto. Si quieres saber más, tendrás que averiguarlo tú mismo.
Señores, en mi humilde opinión, ante estos tres casos, el único cómic que yo leería… sería el tercero. El Autor.
No me importa la opinión que tenga sobre sí mismo. Me da igual si considera su obra como buena o mala. Lo que me importa de verdad, lo verdaderamente relevante al final para mi es CONSTRUIRME MI PROPIA OPINIÓN SOBRE ÉL, ¿y cómo lo hago? Leyendo su cómic. Tendrá una buena historia, o no, o un gran dibujo… o quizás sea muy simple. Pero me leeré su cómic. Porque es el suyo, y lo muestra con la cabeza alta, orgulloso de su trabajo, pero sin prepotencia, y decide compartirlo contigo. Puede que te guste o no, pero como mínimo merece ser leído.
Y que la gente elija leer tu cómic entre todos los demás… es un logro. Es el logro más necesario de todos: atraer al lector.
Hagamos un símil:
Tenemos tres puertas.
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La primera de ellas es ésta, cerrada a cal y canto. Una puerta cerrada te prohíbe ver lo que hay dentro, categóricamente. Puede que lo prohibido en un principio atraiga, pero si intentas abrir la puerta y la encuentras cerrada con llave, al segundo o tercer intento te aburres y vas en busca de alguna otra puerta.
Esta es la puerta de los Autores Suicidas: ponen tantas trabas a su obra, se autocritican tanto y se valoran tan poco, que nunca nadie podrá saber que se esconde tras esa puerta. No leerán su obra, porque no pueden.
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Esta puerta abierta de par en par es la del Autor Comercial. Miras. Ves lo que hay. “Uy, que bonito”. Lo miras un rato más, compruebas si es lo que te han vendido (generalmente, NO)… y te vas. En ocasiones puedes entrar en esa puerta… para encontrarte con otra igual de abierta. A la tercera, como mucho, te aburres porque lo sabes todo. Sabes lo que vas a ver, lo que vas a encontrar y como. Y nunca será como esperabas, porque el que te ha dicho lo que encontrarías NO TIENE LA MISMA VISIÓN QUE TU, así que tu forma de ver esa realidad será diferente. Así que te desilusionas, das media vuelta y te vas por donde has venido.
Darlo todo por sentando, suponer que ya lo sabes todo y que no te queda por mejorar, y vender tu obra como el cúlmine de tu carrera de una forma tan abierta y directa lo único que conseguirá será apartar a la gente de tu cómic, ya que por muy bien que tu lo veas cada persona tiene una visión distinta de las cosas, cada uno tendrá sus gustos, sus opiniones: les estarás engañando vendiéndoles “el comic de su vida” cuando seguramente, no lo sea. No te van a leer.
Y aquí tenemos la puerta que me gusta.
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La puerta a la que yo me acercaría, a la que me asomaría, la que querría abrir. El ser humano tiene un rasgo muy caracterísitico: la curiosidad. La curiosidad de ver aquello de lo que solo se te ha mostrado una pequeña parte… “ESTE SOY YO… ESTE ES MI COMIC… ¿QUIERES ENTRAR… Y LEERLO?” No se que habrá detrás de esa puerta, pero me están invitando a entrar. No me avasallan con propaganda barata ni me atormentan con las cosas feas que puede haber dentro… simplemente me INVITAN A ENTRAR.
Alimentan mi curiosidad.
Esa es la clave: haz nacer la curiosidad de dentro de tus lectores. Deja que ellos sean los que quieran entrar en tu mundo, de forma tranquila. Cuando puedan. Cuando les apetezca. Y una vez que ya estén dentro… asegúrate de que se encuentren cómodos.
Y entonces, se quedarán contigo.